Ni derecha, ni izquierda (Politica y Seguridad)
Tomando como punto de partida las recientes declaraciones del ministro de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni, a propósito del vinculo existente entre la política y la seguridad, me propongo concluir con el análisis de la última parte del trabajo del criminólogo Massimo Pavarini,"Poner la pelota en el centro: Diez tesis y modestas propuestas para un gobierno", del que ya tomamos cuenta en ocasiones anteriores. En desmedro del carácter expositivo plasmado en los artículos que anteceden a este, y dado que la faceta política de la problemática es proclive a cuestiones un tanto más subjetivas, debemos permitirnos la licencia de incluir ciertas apreciaciones personales, alejándonos un poco del campo teórico,y vinculando lo expuesto con la realidad de nuestro país.
En el marco de la presentación de su libro "La Palabra de los Muertos" en la legislatura bonaerense, señaló Zaffaroni que en la Argentina "no existe un diagnóstico o un trabajo previo que permita alcanzar propuestas concretas para prevenir la inseguridad". Esta declaración, precisamente no se destaca por la novedad, sino por la reiteración de la misma. En cada oportunidad que el renombrado penalista tiene la posibilidad de manifestar su descontento en relación a esta temática, lo hace. ¿Qué es lo que pretende señalar con esta declaración ?¿Intenta poner en evidencia la falta de compromiso de parte de los miembros de nuestra clase política ? ¿O quizás remarcar la escasa formación que tienen los sectores políticos en cuestiones tan sensibles como las que nos ocupan ? Estos planteos, son los que siembran dudas y llevan al ministro de la Corte, a preguntarse si el tema de la seguridad realmente le interesa a alguien, por lo menos en el ámbito en el que se toman las decisiones.
En el séptimo punto de su trabajo, el criminólogo italiano afirma que hoy en día "el tema de la seguridad tiende a salir del ara política". Sostiene que gran parte de esto se debe a las implicancias que problematicas tan sensibles pueden tener en el consenso político. No se apuesta a la implementación de propuestas concretas por el hecho de no pagar el costo político que las mismas pueden acarrear. Y si hablamos de costo político, tenemos que indagar en el por que, propuestas tendientes a beneficiar al total de la población, bajo el amparo de un bien común como es el de la "seguridad" (ya discutimos el carácter de derecho fundamental de la misma), podria tener esas manifestaciones negativas en el sentir popular. Algunos podrían pensar, que las mismas, de neto corte reaccionario, irritarían los sectores más radicalizados de la sociedad. Otros, en las antípodas de esta postura, podrían afirmar que el apelar a políticas de inclusión, que a largo plazo tuvieran como resultado la reducción de los niveles de criminalidad, incomodarían a sectores corporativistas ligados a la economía de mercado. De alguna u otra forma, estamos hablando de la intervención de un Estado, que como en ocasiones anteriores referenciamos, ha partido en franca retirada desde la década del 70, en la que el modelo de welfare comenzó a desmantelarse para la instauración de un nuevo orden, en un claro giro hacia el neoliberalismo.
En el séptimo punto de su trabajo, el criminólogo italiano afirma que hoy en día "el tema de la seguridad tiende a salir del ara política". Sostiene que gran parte de esto se debe a las implicancias que problematicas tan sensibles pueden tener en el consenso político. No se apuesta a la implementación de propuestas concretas por el hecho de no pagar el costo político que las mismas pueden acarrear. Y si hablamos de costo político, tenemos que indagar en el por que, propuestas tendientes a beneficiar al total de la población, bajo el amparo de un bien común como es el de la "seguridad" (ya discutimos el carácter de derecho fundamental de la misma), podria tener esas manifestaciones negativas en el sentir popular. Algunos podrían pensar, que las mismas, de neto corte reaccionario, irritarían los sectores más radicalizados de la sociedad. Otros, en las antípodas de esta postura, podrían afirmar que el apelar a políticas de inclusión, que a largo plazo tuvieran como resultado la reducción de los niveles de criminalidad, incomodarían a sectores corporativistas ligados a la economía de mercado. De alguna u otra forma, estamos hablando de la intervención de un Estado, que como en ocasiones anteriores referenciamos, ha partido en franca retirada desde la década del 70, en la que el modelo de welfare comenzó a desmantelarse para la instauración de un nuevo orden, en un claro giro hacia el neoliberalismo.
Pavarini afirma que la solución, radica en la capacidad de gobierno que tenga aquel encargado de ejecutar las políticas de las que hablamos. Quien concentre esa capacidad, será el que se encuentre en mejores condiciones para responder a los distintos reclamos sociales. Y si hablamos de capacidad de gobierno, no encontramos o por lo menos la lógica indica que así debiera ser, mejor exponente que aquella fuerza política que ejerce el gobierno. Las condiciones, distan de ser óptimas, pero lo colocan en una posición privilegiada en relación a sus contendientes políticos.Cuenta con los espacios necesarios para generar consenso político y tiene a su disposición las herramientas institucionales necesarias para hacer frente a la cuestión criminal. ¿Entonces? Seria imprudente pensar que un gobierno, y menos aun de corte oficialista, se atreva a tomar medidas impopulares, jugando así con los medidores de seguridad ciudadana, licencia que quizás le es concedida en otras tareas ejecutivas, por ejemplo, en el ámbito de la política económica de un Estado. El área de la seguridad, siempre fue un tema sensible, y una mala jugada en este espacio significaría un sacrificio considerable en materia de consenso popular. En razón de ello es valido pensar, que el Gobierno pretende tener la menor cantidad posible de fisuras en ámbitos como este, más allá de la buena voluntad que abrigue las políticas ejecutadas.
Del otro lado encontramos a la oposición. Seria un acto de mala fe, sostener que este sector usufructúa la cuestión criminal y su manifestación en la inseguridad como un recurso político para debilitar a la fuerza política gobernante. Seria incluso miserable valerse de ese tipo de manejo, para obtener un mayor consenso. Pero la realidad nos demuestra que mayoría de las fuerzas políticas opositoras, cualquiera sea su extracción partidaria, concentran sus esfuerzos en criticar lo que se hace en materia de seguridad. La critica, si no es constructiva, no se convierte en propuesta, sino en obstáculo. Entender la cuestión de la seguridad ciudadana como política de Estado, y no de partidos, es un paso fundamental que hay que dar, para dar una solución concreta a esta problematica. En tanto no se consolide en el ideario político este concepto, no podremos avanzar demasiado en esta materia.
Se refiere Zaffaroni a propuestas concretas para prevenir la inseguridad. Notamos que no habla de combatir, ni eliminar, sino de prevenir. Naturalmente si nos apegamos a lo literal del término, prevenir implica siempre colocarse en un estadio anterior a la consecución de un hecho determinado ; "Preparar, aparejar y disponer con anticipación lo necesario para un fin." reza la primera definición que encontramos en el diccionario de la RAE. Tan claro como eso. Una vez que la problematica está en funcionamiento, los obstáculos son otros, y por lo tanto, otro es el verbo a conjugar. Hablamos entonces de propuestas para el futuro, medidas concretas que en los próximos años permitan reducir notablemente los niveles de criminalidad. "No es la pobreza lo que genera el delito, sino la pobreza sin un proyecto de vida es la que lleva a los jóvenes a la delincuencia" afirma el juez de la Corte, dando en estas palabras un guiño que nos permite señalar el camino en el que debieran orientarse las políticas efectivas al abordar esta temática.
Es preciso señalar que el tema de la seguridad, se presenta como un desafio tanto para los sectores políticos de derecha, como para los de izquierda. Pavarini señala que "es una gran tontería afirmar que para la cultura y la política de la “derecha” es más fácil dar respuestas a la cuestión de la seguridad". Por lo menos no, con los espacios políticos de derecha que existen en el escenario europeo, ya que en la medida en que no toman noción del problema, no hay soluciones posibles. Señala el criminólogo italiano, que la alternativa al problema de la seguridad, solo encontraría abrigo en "una cultura política capaz de pensar y construir un orden social diverso, al presente desorden", ignorando la orientación de su ideología primigenia. Y no todo se reduce a las falencias de sectores de derecha, sino que los sectores progresistas, por lo menos en Italia y el resto de Europa, "han sido incapaces de elaborar una “nueva idea de orden social” posible ", comportandose al igual que las fuerzas de la derecha neoliberal. Desbarata en su planteo teórico, aquella idea de que solo con políticas de inclusión se puede enfrentar la problematica de la seguridad ciudadana, no descartando entonces medidas un poco más conservadoras. Recurre a ese pensamiento, quizás, porque la realidad en el Viejo Continente dista de ser la de América Latina, donde la inclusión de los sectores marginales, debe operar como punto de partida necesario para generar un cambio en el orden social suficiente para comenzar a pensar en la reducción de los niveles de criminalidad. Es clara la idea: para realidades diferentes, soluciones diferentes.
Para finalizar, los invito a leer la conclusión a la que arriba Pavarini, ya en los últimos párrafos de su trabajo, de la que las siguientes lineas son tan solo una síntesis:
"La seguridad puede ser entendida y administrada como un bien publico sólo en la producción de mayor “seguridad de derechos para todos”, principalmente de aquellos –los mas débiles-, que sufren de menor tutela de los propios. Se puede entender que no es tan difícil: se necesita actuar políticamente en sentido exactamente contrario, al sentido del gobierno de la seguridad como bien privado. Se puede reducir el slogan: la seguridad como bien público se produce y gobierna ampliando los espacios de acción de los derechos de las personas; esto es, ampliando la cultura y las ocasiones para asumir riesgos. Si la “política de la seguridad como bien privado”, convence al reducir nuestros derechos, para correr menos riesgos, “la política de la seguridad, como seguridad de todos”, se traduce en el correr más riesgos, para garantizar cada vez más, el ejercicio de nuestros derechos.
El tema por excelencia político es la –seguridad- y debería ser gobernado en términos no ideológicos, o menos ideológicos. No digo banalmente pragmáticos, pero en términos laicos, si. Quiero decir que muchas cuestiones de desorden social son producidas y amplificadas, por el culpable desorden determinado artificialmente por el proceso definitorio, que coloca a las mismas, en el campo de la ilegalidad. Los grandes mercados ilegales de la droga, de la prostitución, del juego de azar, se han convertido en problemas de seguridad, porque así se ha querido que sea .Y por igual voluntad, no los serian, sino se quisiera que fueran."
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