Ronald Dworkin: Metaética y erizos
Mi primer contacto con Ronald Dworkin fue hace unos años, cuando cursaba Teoría General del Derecho. En ese momento, privilegié, como todo novel estudiante, la experiencia académica y no profundicé demasiado en las teorías del catedrático norteamericano. Nuevamente coquetee con sus ideas en Filosofía del Derecho, aunque no pasé mas que de un contacto superficial con su corpus teórico. Ya concluida la etapa universitaria, lo encontré nuevamente, esta vez en una entrevista realizada por The Guardian a propósito de su libro "Justice for Hedgehogs", en el que toca temas que van desde cuestiones metaéticas a las políticas impositivas del gobierno norteamericano. A continuación un comentario acerca de lo leído, una aproximación a su pensamiento actual.
Comenzamos con un comentario acerca de una experiencia musical que tiene como protagonista a uno de sus amigos, Mr. Brendel. Dworkin afirma que cuando su amigo toca el piano, supongamos una sonata, cree y está convencido que su interpretación es la mejor, sino, no lo haría de esa manera. ¿Estamos de acuerdo? A partir de esa experiencia nos invita a pensar el motivo por el cual esa pieza musical,, es ejecutada de esa forma, y no de otra. Según él, Brendel lo hace de esa forma porque cree que es la mejor. La cuestión radica entonces en indagar que es lo que lo convence de que su interpretación es la mejor. Si lo que tiene en miras es la belleza, podría apartarse de la versión original, incluso sumarle detalles que la mejoren, pero sin embargo, no lo hace. La versión original de la pieza, tal como fue compuesta, es la que suena en el piano. La clave está en que no solo la ejecuta, sino que hace una verdadera interpretación de la misma.
La interpretación de las ideas, según él, cobra vital relevancia en toda experiencia humana. Historiadores, artistas, abogados, críticos y filósofos, están involucrados en la interpretación de lo que hacen y desde el lugar que lo hacen. Mediante ella dotamos de contenido a nuestra experiencia moral. ¿Y lo novedoso de este pensamiento ? Dworkin insiste en que algunas interpretaciones pueden ser calificadas de verdaderas o falsas. Retomando el ejemplo de su amigo, refiere que seria absurdo sostener que Brendel, tocando esa sonata de Schubert ha encontrado la única y verdadera interpretación, aunque estaríamos de acuerdo si afirmamos que lo que él pretende es tocarla de la mejor manera posible. El juez, en su rol jurisdiccional no solo tiene como objetivo interpretar de manera correcta la ley, sino que su sentencia es pasible de ser calificada como verdadera o falsa. ¿ Y de que hablamos cuando hablamos de verdad en la interpretación ? Una de las respuestas más habituales, afirma que lo verdadero en la interpretación es aquello que se acerca más a las intenciones que el autor o creador ha tenido en miras ; un estado psicológico al que nos debemos aproximar. Esta forma de comprender el fenómeno, es valida, pero deja descuidados otro tipo de casos. Dworkin, en su teoría general de la interpretación , concibe a la misma como el intento de mostrar de la mejor manera -"in its best light"- aquello que es interpretado. Toda teoría de la interpretación - sostiene- debe ser acompañada por una teoría de la responsabilidad.
Nuevamente, y valiéndose de un ejemplo cotidiano, y no por eso menos controversial, Dworkin retoma lo que podríamos denominar "posturas morales", en este caso, en referencia al aborto. Si afirmo que el aborto está mal, estoy convencido de lo que digo, y que mi opinión es legitima al igual que otras tantas sobre la misma problematica. Para el jurista norteamericano, no basta con afirmar que la mía es una mera opinión, sino que debemos sostenerla y afirmarla con verdadera convicción. Atinadamente nos ilustra con el caso de un juez que condena a reclusión perpetua a un individuo alegando que otros jueces, en su justo derecho, podrían haber tomado una decisión completamente distinta a la suya. Como afirma Dworkin, esa seria una situación rayana en el absurdo. Esta postura está claramente emparentada con la tendencia que alguna vez estuvo en boga y que sostenía que "no hay una respuesta correcta" cuando de cuestiones legales se trata.
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| "The hedgehog is an anti-pluralist image" |
En otro aspecto, pero no alejándonos demasiado de las concepciones anteriores, Dworkin construye un sistema global de valores - que abarca la democracia, la justicia, la obligación política, moral, la libertad, la igualdad - a partir de sus nociones de dignidad y respeto a sí mismo. Afirma que "casi toda la filosofía moral en la actualidad está llena de abnegación. Lo que propongo comienza a partir de la auto-afirmación, popular entre los griegos como Aristóteles y Platón, y no tanto ahora, tiempo en que la moral se percibe como de auto-sacrificio. " En el desarrollo de su libro, intenta demostrar cuan desacertada es esa visión. ¿En que radica la importancia de la auto-afirmación? Sostiene que "tenemos una responsabilidad para vivir bien. Nuestro desafío es actuar respetandonos a nosotros mismos. Disfrutar de nosotros no es suficiente." Ante esta propuesta, surge una inquietud sobre la posibilidad de que la auto-afirmación entre en conflicto con nuestras obligaciones morales hacia los demás. Dworkin replica: "No. El primer reto es vivir bien - llamemosle ética - y luego ver cómo eso se conecta con lo que le debemos a otras personas, la moralidad. La conexión es doble. Por un lado, el respeto a la importancia de la vida de otras personas y en el otro, la preocupación por sus vidas. "
Nuevamente, nos ilustra con un ejemplo. Imaginemos que estamos en un bote salvavidas y tenemos que decidir salvar a un niño, entre dos, condenando al otro a una muerte segura. Si pensamos como un utilitarista - afirmando que lo moralmente importante es maximizar la felicidad del mayor número - seria indistinto elegir salvar de la muerte a nuestro hijo o al otro pequeño. Según el pensamiento de Dworkin estamos justificados para elegir salvar a nuestro niño y no al otro. ¿Por qué? Insiste: "Porque es mi hijo! Porque es parte de mi vida, lo que necesito para vivir bien. Por ello, asumo la responsabilidad". Sin embargo, encontramos ámbitos en los que este pensamiento no se desenvuelve con tanta claridad. "El favoritismo no se puede aplicar a nivel político: no se puede dar incentivos fiscales a alguien porque es tu hijo, pero a nivel moral si lo podemos hacer. Podes salvar a alguien, porque se trata de tu hijo , y al mismo tiempo respetar la vida de otras personas. Cada individuo debe tomar su propia vida en serio". Bajo esta óptica, analiza situaciones tan disimiles como el aborto, la política impositiva de los EE.UU, la prolongación artificial de la vida. Para él, el punto cardinal que debe orientar toda esta temática, es la dignidad del ser humano.
Concluye Dworkin : "Sin la dignidad somos tan solo un destello, un parpadeo, pero si logramos llevar una buena vida, creamos algo más. Escribimos un subíndice de nuestra mortalidad. Convertimos nuestras vidas en diminutos diamantes desplegados en la arena cósmica. "


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